III Feria Gastronómica, Mistura 2010

El día sábado 11 de setiembre, fui con mi familia a Mistura 2010.

En el camino ya se anticipaba el tráfico, una gran fila de autos que no avanzaba a pesar de la presencia de policías. Esto se debió a la cantidad de gente que acudía al lugar.

Como ya sabíamos que esto iba a pasar, preferimos ir en taxi, para no estar preocupados por dónde guardar el auto y estar tranquilos.

Al caminar un par de cuadras para entrar al Parque de la Exposición era llamativo cómo es que vendían las entradas “la reventa” a s/. 35. Y decían: “si te sobran entradas, te las compro” pagaban s/.20.

Luego entramos y no sabíamos por dónde empezar. Había mucho por ver, conocer y probar. Sacamos el gigante croquis para poder empezar ordenadamente. Queríamos empezar por un cebichito de Wong, nos dimos cuenta que la cola era realmente grande. Una señora que por fin le llegó su turno en la cola dijo: “estoy aca desde las 11:00am (eran la 1:00pm) y mira para este platito y 20 s/., todo sea por el gustito”. Automáticamente nos fuimos de la cola, para ver otros puestos de comida.

Compramos los tickets, en el BBVA Banco Continental, y no paramos. Comimos cebiche mixto, arroz con maricos, ravioles de asado, seco de cabrito, carapulcra, asado con huancaína, pulpo a la parrilla y tacu tacu de mariscos y sushi. Luego compramos pisco sour de maracuyá y de uvas. Cremoladas de maracuyá y lucuma. Helados de granadilla con mandarina y uva borgoña y finalmente suspiro a la limeña de chirimoya. Realmente todo nos pareció rico.

Fue sorprendente ver cómo la gente no se hacía bolas, para buscar una mesa, pues estaba todas ocupadas, y se acomodaba en un murito para comer o sino simplemente parado. Como fue nuestro caso.

Además pasamos por una sección en donde se estaban exponiendo la amplia variedad de papas que tiene el Perú.

Lo único malo fue que algunos platos eran muy caros para la cantidad que venía, algunos postres con el precio elevado, para estar en una feria, pero finalmente no importó pagar, porque el sabor era extraordinario y las colas se “hacían cortas” cuando estabas pensando en que ibas a comer un rico plato.